martes, 30 de abril de 2013

Mientras me lavaba la cara con la poca

agua helada que quedaba (mezclada con sal para evitar que se congelara), pensé en lo que iba a comer hoy. Por este tiempo, era demasiado difícil avistar a algún animal por ahí fuera, hace demasiado frío. "Y, cómo no, las plantas tampoco crecerán ahora, heladas y aplastadas por la nieve y el granizo", pensé. Además, el exceso de hielo en el asfalto era peligroso; podías intentar cruzar a la otra parte, resbalar, y cualquier vehículo te arrollaría sin ninguna consideración. Total, eras pobre. Habías nacido en una familia pobre y seguirás así hasta los restos. Y ese tipo de gente, estorba en la sociedad. ¿Qué más da? ¡Uno menos!
Y si ambos somos personas, tanto los pobres como los ricos, ¿por qué esa discriminación hacia nosotros? He ahí la cuestión. En nuestra sociedad, al menos, era así. El rico quería ser el más rico para que el más pobre fuese el más pobre. Y el pobre no podía rebelarse contra el rico, por varias y muy diversas razones, tales como...
Mi hermana había vuelto a abrir la puerta. En parte, se lo agradecía. Mi gran discurso de "no a la diferencia de clases" que casi parecía más una candidatura a las elecciones como representante político, me desmotivaba bastante. Parecería que no, pero el hecho es que a pesar de repetir la misma cantinela todos los días, (harto de pasar hambre y que otros en mi mismo barrio tiren la comida) acababa por estallar. O bien de rabia, o bien de tristeza. Depende de mi estado de humor. Así que di gracias a la pequeña Amy por haber interrumpido mis teorías.

Tratar a un enemigo, es como

ofrecerle el cuchillo, pero nunca por el mango.

Ella era una artista, una bohemia.




Aunque jamás habría deseado tener la vida que tuvo. 
Para su desgracia, los malos recuerdos del pasado la perseguían en cada trazo que dibujaba, en cada línea que escribía y en cada nota que tocaba.
Y esto la convertía en un ser horrible y miserable. Odiaba su arte: era triste, oscuro, macabro, deprimente... odiaba su vida, se odiaba a ella.
Y un día, desapareció.
Y su arte se fue con ella.